jueves, 18 de febrero de 2010

Boletin N 2: Nociones del marketing y su relación con la democracia consolidada

Por: Jahn Catherine De Sario (ktys87@hotmail.com)

Según Philip Kotler el marketing se define como una técnica de administración empresarial que permite anticipar la estructura de la demanda del mercado elegido, para concebir, promocionar y distribuir los productos y/o servicios, con el fin de maximizar los beneficios de la empresa.

El marketing involucra tanto estrategias de ventas como el estudio de posicionamiento de mercado, para lograr satisfacer las necesidades y deseos de los consumidores con una visión de rentabilidad constante.

El buen marketing se caracteriza por respetar las marcas que ofrecen argumentos positivos, buscando ganarse cada día la aprobación de los consumidores en un ambiente de intercambio justo, donde reina la confianza. Para desarrollar este punto, me enfoco en el fenómeno de mercadeo suscitado por Barack Obama, que logró diferenciarse de sus opositores Hillary Clinton, la mujer más conocida en Norteamérica y John McCain, distinguido Senador Estadounidense, a través de la mejor estrategia comercial caracterizada por “El Cambio” y por el yes we can. Ésta brindaba una óptica de “gran verdad”, que al ser repetida constantemente se hacía cada vez más grande, creando una aureola de legitimidad y autenticidad.

Campaña política

Obama presenta un gran experimento que ilumina el mercadeo político con las siguientes características: simplicidad, que vende una idea muy sencilla denominada “El Cambio”; consistencia, según lo cual el objetivo era posicionar la idea de “Cambio” en la mente de los electores, repitiendo constantemente este mensaje; relevancia, ya que cambió el campo de batalla político a su favor para poder ganarla, causando en sus opositores distracción y forzando a dedicar su tiempo en las variaciones de sus campañas. Al ser distinta la concepción de Obama frente al cambio, y personificar este concepto, tuvo cierta ventaja mientras que los demás se enfocaron en temas pocos relevantes como experiencias con líderes mundiales o propuestas variantes.

Hillary Clinton contó con diversas estrategias; resaltó su “experiencia”, para culminar con “soluciones para América”, y terminó creando poca familiaridad con el ciudadano al variar constantemente de táctica.

John McCain se enfocó en el tema de “La fabricación (el rehacer y rehacer) del candidato”, basado en el lema “El país primero” donde se revelaba parte de su personalidad como un hombre conservador, rebelde, héroe, comandante, conciliador, líder experimentado y patriota; con lo que resultó tener poca importancia o relevancia en el votante medio.

En pocas palabras la señora Clinton y el señor McCain cometieron un grave error en la utilización del buen marketing al compararse y opacarse uno a otro, al adoptar una actitud y mensaje hacia la población de “yo puedo hacer mejor el cambio que mi oponente”, porque en el marketing la única palabra válida es la diferenciación o la libre competencia basada en los distintos atributos que se le ofrece al ciudadano-elector, para lograr de esta manera el posicionamiento en la mente del consumidor con una estrategia única.

Compatibilidad entre el marketing y la democracia

El marketing tiene beneficios sociales, los cuales comparte plenamente con la democracia, tales como el intercambio de valor justo (precio justo, marca fiable), consumo de productos y servicios necesarios para el bienestar, libertad de elección en sus decisiones (respeto de las preferencias del consumidor), flujo libre de información y por último la participación activa de la mayoría de personas (inclusión).

Estos elementos son claves para que el intercambio genere valor en el consumidor y la empresa. Al momento de participar en transacciones voluntarias y justas, la elección fomenta la posibilidad de controlar y elegir los ofrecimientos del mercado o país, en función de sus necesidades y preferencias, favoreciendo a su vez la competencia, la eficiencia, la calidad y la innovación.

Como se comentó anteriormente, el buen uso del mercadeo se basa en la confianza, pero aquellos que utilizan el marketing político con malas intenciones, contribuyen con la desconfianza en el sistema. Lo mismo ocurre en el mercado de bienes y servicios, al destacar razones negativas por las cuales no se deberían comprar los productos de la competencia, con lo que se crea un panorama donde la oferta de bienes resulta de baja calidad a precios elevados, la relación precio-valor es injusta, se genera la pérdida del derecho a la igualdad de oportunidades para comprar lo que se ofrece.

En fin, el marketing político tiene mucho que aprender de los principios del buen marketing, debe contribuir enseñando a los consumidores a elegir bien, puesto que al brindar confianza y ser involucrados en intercambio justos, se hacen personas solidarias que exigen al gobierno ser responsables de sus actos, con la finalidad de introducir sistemas de distribución e incorporar a los ciudadanos en redes mundiales de información, para generar la prosperidad económica.

Bibliografía
Artículo:
“¿Qué pueden aprender los profesionales del Marketing de la campaña de Obama?”. Publicado Noviembre 05, 2008.
Artículo:
“El mejor aliado de la democracia. El marketing puede cambiar el mundo”.
John A. Quelch y Katherine E. Jocz.

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