martes, 23 de febrero de 2010

Boletin N 2: Editorial

Por: Daniel Morales Romero (dmorales@uma.edu.ve)

Hemos recibido con entusiasmo la Carta Encíclica Caritas in Veritate, sobre el desarrollo humano integral en la caridad y en la verdad, que dirigió Benedicto XVI a todos los hombres de buena voluntad, y que puede contribuir al debate y generación de ideas en la comunidad académica acerca de los retos y desafíos que tiene la sociedad del siglo XXI.

Una recomendación que hacemos, siguiendo lo expuesto en la Carta, para el mejor aprovechamiento de este documento, es que se discuta de manera interdisciplinar. En el n. 30 se afirma que el tema del desarrollo humano integral adquiere un alcance aun más complejo: la correlación entre sus múltiples elementos exige un esfuerzo para que los diferentes ámbitos del saber humano sean interactivos, con vistas a la promoción de un verdadero desarrollo de los pueblos. Pero este esfuerzo, de la caridad en la verdad, exige una valoración moral y por lo tanto un esfuerzo por poner a la ética en relación con los diferentes ámbitos del saber.

Soy consciente de las desviaciones y la pérdida de sentido que ha sufrido y sufre la caridad, con el consiguiente riesgo de ser malentendida, o excluida de la ética vivida y, en cualquier caso, de impedir su correcta valoración. En el ámbito social, jurídico, cultural, político y económico, es decir, en los contextos más expuestos a dicho peligro, se afirma fácilmente su irrelevancia para interpretar y orientar las responsabilidades morales. De aquí la necesidad de unir no sólo la caridad con la verdad,en el sentido señalado por San Pablo (Ef 4, 15), sino también en el sentido inverso y complementario, de caritas veritate . Se ha de buscar, encontrar y expresar la verdad en la economía de la caridad, pero, a su vez, se ha de entender, valorar y practicar la caridad a la luz de la verdad (cfr. n. 2).

Por estas razones en el n. 31 afirma que la valoración moral y la investigación científica deben crecer juntas y que la caridad ha de animarlas en un conjunto interdisciplinar armónico, hecho de unidad y distinción. En este mismo punto se encuentra una crítica constructiva a una de las causas del subdesarrollo, a saber, la sectorización del conocimiento, que propicia la falta de sabiduría, de reflexión, y de pensamiento capaz de elaborar una síntesis orientadora. Como los problemas sociales son muy complejos, y las ciencias particulares enfocan los problemas y sus soluciones desde una visión parcial, hacer el esfuerzo por apreciar el problema en su conjunto es un requerimiento ético. Además, cada ciencia particular está al servicio de la búsqueda de la verdad; y como dice el n. 4 la verdad es logos que crea diálogos, de ahí la comunicación entre las visiones parciales para complementarse en la búsqueda de la verdad.

La encíclica es rica en contenido y aborda múltiples desafíos para la comunidad internacional actual. Comentamos el n. 32 en el que se nos invita a buscar nuevas soluciones a los problemas. Uno de estos, denunciados por el Papa, es el progresivo desgaste del capital social, es decir, del conjunto de relaciones de confianza, fiabilidad y respeto de las normas, que son indispensables en toda la convivencia civil. También dice que la ciencia económica nos dice que una situación de inseguridadestructural da origen a actitudes antiproductivas y al derroche de recursos humanos.

La falta de confianza entre las distintas unidades de la sociedad civil genera situaciones adversas cada vez más difíciles de revertir. La comunidad académica está llamada a orientar a la sociedad civil en general para propiciar cambios que faciliten la generación de confianza.

Invitamos a la comunidad académica a producir investigación y generar una discusión en esta área, y buscar maneras efectivas de difundir la necesidad de restaurar la confianza como un medio que contribuya al desarrollo integral del hombre.

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