martes, 9 de junio de 2009

Boletín N 1: Editorial

Bienvenidos al primer número de Entorno Empresarial. El Consejo de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad Monteávila agradece a todas las personas que han tenido que ver con la puesta en marcha de esta iniciativa, en especial a los que enviaron sus artículos para la publicación. Con este número, Entorno Empresarial se propone iniciar un recorrido por el mundo de la literatura académica en el área de negocios, economía, finazas, mercadeo, política, derecho y sociedad; además, pretende servir de base para la futura creación de publicaciones especializadas en el área de las Ciencias Económicas y Administrativas.

El problema de este comienzo es lograr que este proyecto perdure en el tiempo. Por eso, uno de los grandes retos que tenemos es darle personalidad y continuidad a Entorno Empresarial, y que los profesores y alumnos de la Universidad Monteávila en particular, y la comunidad académica venezolana en general, se motiven a investigar y publicar hechos de importancia para Venezuela y el mundo.

Otro reto de Entorno Empresarial es generar los incentivos adecuados para estimular la producción de más conocimientos en el área de los negocios, la economía y las finanzas; y contribuir con las otras publicaciones que ya existen en Venezuela, a orientar las iniciativas de la sociedad civil.

El camino que debemos transitar para hacer de Entorno Empresarial una publicación de referencia nacional, es algo que debemos aprender, y para lo que como cualquier criatura recién nacida, requiere de cuidados y de consejos de nuestros amigos, en particular del ámbito académico.

Entorno Empresarial quiere asumir la responsabilidad de contribuir con la discusión de ideas vitales para el buen gobierno de las organizaciones, el desarrollo, la generación de riqueza, la disminución de la pobreza, la defensa del estado de derecho y los derechos de propiedad, la libre iniciativa de la sociedad civil organizada, las prácticas gerenciales en el sector público, etc.

La formación de la opinión pública es un asunto de responsabilidad social, y más aún las conclusiones a las que llegan las investigaciones universitarias, porque es materia prima para la formación de opiniones generadoras de cambio. Si el motor de las investigaciones es la búsqueda del mejoramiento de la sociedad, la producción intelectual que refleje Entorno Empresarial será para provecho de la sociedad venezolana. Esperamos contar con un público que demande estas características, además de procurar, con nuestra oferta, generar una mayor expectativa,

Boletín N 1: VI Jornadas de Administración 25 y 26 de marzo de 2009

¿Gerenciar en Socialismo?
Capitalismo, Socialismo y Mercantilismo
El papel del Estado y de la empresa en la economía


Durante la última década, una gran cantidad de países, entre los cuales se encuentra Venezuela, han orientado sus políticas públicas sobre la base del socialismo. Esto ha significado una mayor intervención por parte del Estado en la distribución y planificación de los recursos, y una menor participación de la sociedad civil y de la iniciativa privada en la búsqueda legítima de un mayor bienestar.

Como siempre ha existido un acalorado debate sobre el sistema de asignación de recursos que genera más bienestar y dado el sobreposicionamiento que ha tenido el socialismo en Venezuela en los últimos años, es lógico que en las universidades se someta a consideración la pregunta: ¿cuál es realmente el sistema económico que genera mayor riqueza, desarrollo y crecimiento a la sociedad?

En la VI Jornada de Administración se plantea el tema del gobierno de las empresas y del desarrollo de negocios en ambientes más regulados y planificados (socialistas), que requieren habilidades y prácticas gerenciales distintas a las que podría conseguirse en ambientes menos regulados, y en los que la iniciativa privada de la sociedad civil organizada trata de procurar el bienestar social.

Por esta razón, en la comunidad de personas que forman parte de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad Monteávila no son raras las discusiones acerca de qué tanto debe intervenir el Estado en la economía, de si debe el Estado proteger a la empresa nacional y si éste debe ser propietario de empresas que pudieran estar en manos de los privados, o si el Estado debe incentivar a los privados a que tengan iniciativa.

El propósito de la VI Jornada de Administración es desarrollar un espacio para discutir los beneficios, costos y pérdidas que surgen de los diferentes tipos de organización social (socialista, capitalista y mercantilista) y qué consecuencias en el ámbito de gobierno de las empresas acarrea trabajar bajo los diferentes tipos de asignación de recursos.

En este espacio contaremos con la asistencia de personalidades tanto del mundo académico como del mundo empresarial que abordarán el tema desde diferentes puntos de vista invitando a cada uno de los asistentes a que hagan una síntesis, de manera que los participantes formen su opinión acerca de estos temas de actualidad.

Boletín N 1: Crecimiento económico y desarrollo sustentable

Por Andrea Russi de Capiello (arussi@uma.edu.ve)

A nuestros clientes:
Cuando se desarma el motor del carro y luego se vuelve a armar, siempre sobra algo. Estamos trabajando en eso.
Anónimo en taller mecánico, Caracas.



Miguel Angel Rodríguez y un equipo de colaboradores de la escuela de negocios IESE (RODRÍGUEZ Y RICART, 2001) publicaron un ensayo interesante en el que se analizaba la definición de desarrollo sostenible emanada de la Comisión Bruntland en 1987. Entre otras dimensiones, ellos destacan la importancia de las características temporal y espacial sobre las cuales se deben considerar las variables sociales, medioambientales y económicas. Señalan dicha característica como fundamental en el entendimiento de las dificultades y barreras que plantea, a la economía, el reto de la sostenibilidad, ya que todas las variables deben ser consideradas “a un mismo tiempo”, “para todos” y en “todo el planeta”.

Los autores resumen lo anterior de la siguiente manera:
“…de lo que se trata es que ni lo económico, ni lo medioambiental, ni lo social tengan una especial preponderancia. Es decir que ni la prosperidad económica se haga a costa del medio ambiente y la sociedad, ni que, mutatis mutandi, el progreso social o medioambiental se haga a costa de las otras variables.”

Desde sus orígenes como ciencia, la economía ha encontrado sentido en la creación y protección del valor económico. ¿Cómo podría ahora incorporar esta ciencia cualquier otro objeto de estudio que no sea sustituible y que carezca por lo tanto de valor de intercambio? Pues podría ser suponiéndole un precio y valorándolo económicamente. No muchas personas están de acuerdo con esta postura, ya que supondría aceptar que ciertos recursos son sustituibles por otros una vez agotados.

Además, esta respuesta simple podría ser un arma de doble filo, ya que de aplicar el mismo razonamiento a la biología o a la ecología en aras de procurar que incluyan al hombre y su cultura como objeto de estudio, tendríamos:

“Desde sus orígenes como ciencia, la biología ha encontrado sentido en el estudio sistemático de la materia viva. ¿Cómo podría ahora incorporar esta ciencia cualquier otro objeto de estudio que no sea únicamente materia? Pues podría ser considerándolo pura materia y ¡descartando el resto!”. Nuevamente tendremos que aceptar que algunas personas rechazarán esta postura por entender que reduce al ser humano a un animal sustituible por cualquier otro.

Con estos ejemplos se pone de manifiesto la dificultad de que una perspectiva o enfoque particular adopte otro o se enriquezca con nuevos elementos, ya que los saberes y las ciencias se han especializado en explicar sistemáticamente su objeto de estudio y la mejor forma que éste tiene de permanecer y desarrollarse. Han tenido éxito en separar la realidad para su análisis, pero ahora tenemos el reto inminente de juntarla de nuevo.

Este reto, además de implicar con la forma en la que el hombre ha entendido la realidad en los últimos siglos, implica también con la urgencia de resultados concretos ahora. Es decir aunque el economista aún no adquiera perspectiva ecológica, ni el científico recuerde que es un ser humano trascendente y creado, ni el ciudadano acepte los límites físicos del planeta, aunque todo eso esté presente hoy en día, igual tenemos que sobrevivir y alimentar a más de 6 billones de seres humanos y cuidar de un sinfín de ecosistemas que prestan servicios vitales. Hay algunos indicadores de que esta sobrevivencia implica, al menos a corto plazo, la necesidad de crecimiento económico.

Si este crecimiento económico es necesario, al menos para que la autora y los lectores de este ensayo sobrevivan, entonces podría ser interesante cuestionarse si será inteligente aprovecharse de él para catapultar el desarrollo sustentable y no frenarlo o recortarlo en aras de una posible futura sostenibilidad planetaria. Evidentemente esto sólo es posible si dicho crecimiento económico no corrompe las bases de lo que se pretende desarrollar: la humanidad.

El crecimiento económico contribuye notablemente a la mejora de la educación y ésta es la que forma los criterios que alimentan el sentido común. Este sentido es el necesario para la identificación del beneficio de la internalización de los costes reales del crecimiento, de la imperiosa necesidad de dejar de “quemar” el capital natural y desarrollar vías tecnológicas reales que permitan vivir de su rédito sin agotarlo (GELOBTER, 2004), (COMISIÓN EUROPEA, 2002). Es por medio de la educación además que las sociedades podrán distinguir que se hace imperativa una revisión de nuestros patrones actuales de consumo (Qi, Xu, et al, 2001). Para llevar adelante esta educación el capital es un requisito necesario, pero algunos expertos señalan que no es suficiente.

En la última edición de enero de 2008, el semanario The Economist presenta un artículo sobre “lo verde” que es el crecimiento de algunos países. El artículo toma como referencia el Índice de Sustentabilidad Ambiental, presentado en el Foro Económico Mundial de Davos (enero 2008), el cual ordena los países de acuerdo a su “salud ambiental”. Como parece demostrar el resultado de esta categorización, a mayor ingreso per capita, mayor salud ambiental y sostenibilidad. Pareciera que el capital es entonces condición suficiente; sin embargo, la diferencia entre los índices de países vecinos como el caso República Dominicana y Haití, que tienen similar ingreso per capita y un índice de “salud ambiental” muy diferente, hacen pensar que hay otra variable a considerar y los autores del artículo señalan la política como factor clave en la diferencia. Este ejemplo manifiesta nuevamente la integralidad de la realidad y el reto de las ciencias que la estudian. Cabe entonces preguntarse ¿Está preparado el economista de hoy?

Boletín N 1: La gerencia y el hombre del siglo XXI

Por Nelly Cottin de Castillo (profesoracottin@yahoo.com)

Gerencia del siglo XXI


Las empresas exitosas en el siglo XXI se caracterizan por tener una visión global del negocio y contar con un personal especializado, motivado; reconocen que el éxito de su gestión está en el éxito de sus empleados. Diseñan planes de desarrollo y crecimiento para su personal y diseñan políticas de compensación que estimulan la creatividad y el logro personal. Se están incrementando los diseños de negocio donde no necesariamente se requiere una sede fija para integrar al personal, sino que se trabaja a distancia y por supuesto se economizan gastos operativos, se incrementa la velocidad de respuesta y se minimizan las limitaciones geográficas para la contratación de personal especializado y se facilita la discrecionalidad en los tiempos de trabajo. Aquellas cuya estrategia de negocio lo exige, diseñan su estructura de trabajo en equipos, estimulan su desarrollo con planes orientados a ese fin y focalizan su atención al desarrollo de competencias personales que faciliten este tipo de gestión.

Sin embargo, cuando hablamos de la empresa, la empresa es un ente despersonalizado, en la que hay una junta directiva con directores que representan grupos o personas detrás de unas acciones… cuyo fin único es la rentabilidad de su inversión. Capitales sin patria, sin dueños, sin responsables ante las decisiones que afectan a su gente, al ambiente, al país en donde operan… organizaciones sin almas.

Eso sí, las empresas tienen su código de ética y valores en los que no faltan enunciados referidos al medio ambiente, a las comunidades y a su gente; pero al presentarse alguna situación donde deben tomar decisiones que podrían afectar su beneficio económico a corto, mediano o largo plazo, estas organizaciones dejan de ser “humanas” y consistentes con sus principios y se transforman en estructuras cosificadas por el pragmatismo inmediato y nadie responde por ellas: fue decisión de “la empresa”.

¿Cuáles han sido las consecuencias?

Diferencias insalvables entre grupos sociales, entre países y continentes donde operan, generando las grandes crisis del siglo XXI: migraciones incontroladas, discriminación racial, especulación financiera, escasez de bienes y servicios. Los principios y valores quedan de lado ante un envolvente pragmatismo.

El hombre de hoy


De acuerdo con investigaciones realizadas por la industria farmacéutica, en los países más desarrollados se venden más ansiolíticos; la gente es más infeliz, sufren de depresiones. En un mundo donde se han desarrollado tanto las comunicaciones estamos más aislados que nunca. En un mundo donde tenemos el conocimiento a la mano encontramos unos niveles de ignorancia insólitos en personas que ocupan posiciones gerenciales importantes. La especialización ha incrementado el desinterés por los campos del saber que no están directamente relacionados con su trabajo y se reducen a un mundo de lo inmediato, de lo aplicable, de lo pragmático. Estamos creando al hombre de estímulo-respuesta que responde a necesidades propias y su razón está en función de lo personal. La globalización ha llevado al triunfo de los fuertes sobre los débiles, se valen de políticas para vivir mejor sin importar a costa de qué.

Sin embargo, el hombre busca la perfección, tiene la inquietud de ser más porque la naturaleza humana está hecha para ese crecimiento, en búsqueda de la perfección.

Rescate del hombre para el siglo XXI


El mundo hacia el cual el ser humano trasciende a sí mismo, es un mundo pleno de sentidos y lleno de otros seres humanos.

Dijo Viktor Frankl: “La búsqueda de sentido de la vida se le presenta a todo hombre, es parte de su propia naturaleza. Y este sentido le viene manifestado desde afuera para abrirle su realidad trascendente, por tanto hay que estar abierto a esto porque el significado de la vida no se escoge, se descubre”. Y se descubre en el entorno donde nos toca vivir.

¿Dónde está lo trascendente del hombre de hoy? Tenemos que rescatar a ese hombre, revolucionando al mundo con valores y ética.

Los valores son nuestras referencias morales, sociales, familiares: las referencias de siempre. Desde el inicio de su existencia el hombre busca la verdad y el bien. Éstas se consiguen ejerciendo la libertad. Sin embargo, el hombre es un ser social que establece sus relaciones con el otro. La ética es la ciencia que muestra el modo correcto del actuar libre del ser humano, se refiere al comportamiento humano. Dice Ramón Ibarra Ramos: “El hombre pierde la ética porque es más fácil dejarse llevar por lo emocional, por la reacción instintiva de sobre vivencia y dejamos de lado la racionalidad”. Se pierde la ética por los resultados a corto plazo.

La ética es una competencia empresarial diferenciadora; predice claridad de propósitos y confiabilidad en la gestión; permite saber esperar mejores oportunidades, dominar las apetencias instintivas, aprender a tener disciplina.

Boletín N 1: La utopía como causa del atraso latinoamericano

Por Ignacio De León (idl@ufm.edu)

Si algo caracteriza las instituciones latinoamericanas es el aparente desorden en la apropiación de los recursos. Lejos de resistirse, las sociedades latinoamericanas suelen aceptar e incluso, celebrar, la colectivización total o parcial de industrias y sectores enteros de la economía que podrían ser más eficientemente utilizados en manos de emprendedores privados. Así, sin mayor resistencia, bienes privados tan diversos como tierras e inmuebles, energía y del espectro radioeléctrico, aguas y el mismo sub-suelo son objeto de nacionalización, limitaciones o autorizaciones estatales, o controles de diversa índole.

Pero también, bienes “públicos” tales como aceras y calles, terrenos aledaños a las ciudades, o parques nacionales, son “privatizadas” por comerciantes informales, bajo la mirada tolerante de la autoridad, quien los administra como si se tratase de bienes privados, con fines políticos.

La combinación de una ideología que tiende a colectivizar lo privado, y a tolerar la privatización de lo público ha alimentado una sensación de anarquía institucional en el control de los recursos sociales, con lo que ha eliminado el incentivo de los agentes económicos por invertir en ellos, para capitalizar su potencial productivo, y agregarles valor mediante usos cada vez más variados. En su lugar, se ha gestado un entorno institucional que utiliza los recursos sociales como rentas para explotar, donde el esfuerzo por agregar valor mediante inversiones productivas es negocio arriesgado, toda vez que el beneficio derivado de dicho esfuerzo, jamás está asegurado al empresario innovador.

No es casualidad que las distintas doctrinas de filosofía política emanadas y practicadas en la región a lo largo de su historia tiendan a visualizar los recursos sociales como recursos limitados y escasos, donde el desiderato político para lograr el bienestar colectivo no es cómo generar nuevos recursos, sino cómo administrar los escasos recursos existentes. Por ello, en lugar de plantearse la creación de riqueza como objetivo de las políticas públicas, la ideología política latinoamericana, consistentemente ha centrado su interés en encontrar una fórmula mágica de equidad, para asignar equitativamente recursos escasos en la sociedad. En suma, las ideologías políticas latinoamericanas han estado dominadas por la búsqueda de utopías sobre la administración “justa” de los recursos sociales.

1.- La utopía como rectora de las decisiones colectivas

Las reglas institucionales son el reflejo de las convicciones morales e ideológicas de la sociedad. En el caso latinoamericano, la convicción ideológica dominante es que los recursos sociales tienen una presunta vocación “colectiva”, no obstante estar conformados por bienes privados. Esto ha generado un tejido institucional que si bien admite en principio la propiedad privada, también tiende a cuestionarla constantemente, por su presunta “función social”.

La función social de los derechos económicos está asociada a la búsqueda de utopías sociales que ha caracterizado la historia latinoamericana desde sus orígenes institucionales. Las políticas públicas están concebidas para colectivizar bienes privados, en la medida que ello permite alcanzar la justicia social, pues los bienes sociales son escasos, y por tanto toca al Estado apropiarse de ellos (nacionalizaciones) o girar al sector privado las instrucciones necesarias (regulaciones, permisos, licencias, etc.) para asegurar que ellos sean puestos al servicio del colectivo. Esta convicción ideológica ha permanecido inalterada a lo largo de la historia de la región. Hay una incapacidad para ver el problema de fondo que condiciona el paradigma ideológico dominante en las políticas públicas en América Latina desde sus orígenes, esto es que los recursos no son limitados, sino que ellos dependen de la capacidad creativa de los empresarios. Es la empresarialidad de una sociedad su talento creativo para identificar nuevas formas sobre cómo emplear los recursos materiales a disposición, la que hace la medida de su prosperidad material. La insistencia en colectivizar los recursos sociales viene de lejos en la historia latinoamericana.

Al colectivismo indigenista de las culturas precolombinas sucedió la escolástica salamantina, la cual buscaba encontrar la virtud de las transacciones económicas en un utópico “precio justo” que muchos podían instrumentar a través de toda una variedad de monopolios y estancos reales, administrados por funcionarios virtuosos. Tales monopolios incluían, entre otros, los derechos del real ensaye de oro y plata, los diezmos, el real derecho del quinto, el derecho de vajilla, el derecho de amonedación, los ramos del alumbre, cobre, estaño y plomo, el ramo de tributos reales, el derecho de censos, el remate de oficios vendibles y renunciables, los oficios de cancillería, el papel sellado, la media anata, el servicio de lanzas, el derecho de licencias, el derecho de ventas, composiciones y confirmaciones de tierras y aguas, el derecho de pulperías, derecho de comisos, impuestos de la grana, añil y vainilla, derecho de entradas de vino, aguardientes y vinagres, depósitos de nieve, cordobanes y colambres, el juego de gallos, la pólvora, la real lotería, el de dos novenos reales, las alcabalas, el ramo de pulques, el derecho de armadas y averías, el de almojarifazgo, las salinas y venta de sales, aprovechamiento, alcance de cuentas, anclaje, el lastre, bienes mostrencos, y los donativos (Sánchez Núñez, 2000). La imposibilidad de encontrar tales precios justos, pronto condujo a la corrupción y contrabando, que caracterizarían la economía colonial en las Indias.

No obstante, este sistema institucional fue continuado luego de la Independencia, a comienzos del siglo XIX, en la naciente doctrina positivista, la cual pretendía imponer una agenda de modernización racionalmente a la sociedad, entendida ésta como un cuerpo orgánico susceptible de recibir las ordenes impartidas por una elite ilustrada. En el campo jurídico el positivismo erradicaba el contenido moral de las leyes y las convertía en meros instrumentos del accionar gubernamental, con los fi nes que éste impusiera para alcanzar la modernización de la sociedad.

El positivismo no alteró la sustancia de las conservadoras instituciones latinoamericanas; por el contrario, reforzó la defi ciente asignación de propiedad en ellas, no sólo perpetuando los estancos y otras formas de monopolio heredadas de la Colonia, sino además, imponiendo un sistema de control político de minorías sobre los derechos de propiedad. La utopía del desarrollismo positivista excluyó las grandes mayorías que habrían de buscar su reivindicación social en grandes movimientos políticos en la primera mitad del siglo XX.

Sin embargo, el Estado de Bienestar nacido de la triple influencia del agrarismo de la Revolución Mexicana (1910), del pensamiento político filo marxista de la Revolución Bolchevique (1917), y de la Doctrina Social de la Iglesia Católica postulada en la encíclica papal Rerum Novarum (1891), las cuales habría de inspirar los movimientos políticos dominantes en la región a lo largo de la segunda mitad del siglo XX, no hizo más que reeditar el sistema excluyente heredado institucionalmente, si bien bajo una nueva coartada progresista.

Estas influencias no serían capaces de alterar el carácter esencialmente corporativista, mercantilista y excluyente de las políticas económicas latinoamericanas, así como tampoco favorecería una difusión masiva de los derechos de propiedad. Por el contrario, se limitó a reemplazar las elites ilustradas y conservadoras de la generación anterior, por el Estado Benefactor, controlado por nuevas elites políticas quienes se limitaron a mantener la estructura monopolizada de los derechos de propiedad, en representación de las grandes masas populares (Vargas Llosa, 2004).

Las políticas de desarrollo que se emplearían en el modelo de Estado benefactor buscarían reforzar los monopolios como estructura central del sistema económico, igual que en generaciones anteriores. La unanimidad de las constituciones latinoamericanas dictadas desde mediados del siglo XX condiciona el derecho de propiedad a una etérea “función social”, así como permite que el Estado se reserve sectores “estratégicos” de la economía que suelen ser aquellos donde el país cuenta con sus mejores ventajas competitivas. De esta manera, la actuación del sector empresarial fue relegada a sectores donde solamente puede sobrevivir con subsidios estatales, cuasi-monopolios gremiales autorizados y protegidos por la política comercial del Estado, mientras que los sectores de mayor rentabilidad frecuentemente quedaron condenados a ser explotados a través de monopolios estatales o concesiones privadas, igualmente monopólicas. La utopía del desarrollismo del Estado de Bienestar conduciría nuevamente a un fracaso, esta vez económico, al estallar la crisis de la deuda externa en 1982.

Los resultados de este modelo condujeron a las reformas neoliberales implementadas por inspiración del llamado “Consenso de Washington” (Williamson, 1990). Bajo la aparente defensa de los principios de mercado, estas reformas concentrarían su atención en mejorar el desempeño de los gobiernos, pero no a transformar la estructura monopolizada de los derechos de propiedad, que ahora habría de quedar –nuevamente- en manos privadas. En efecto, si bien es indudable que las reformas neoliberales de los 90 habrían de mejorar el desempeño general de las economías latinoamericanas, al deslastrar los estados de las pesadas cargas fi scales impuestas por costosas empresas estatales, dichas reformas se limitarían a transferir activos del sector público al sector privado, pero manteniendo la condición de monopolio de las actividades respectivas. La utopía neoliberal emplearía mecanismos de intervención estatal supuestamente dirigidos a preservar la transparencia del mercado y los derechos económicos que paradójicamente acabarían con la estabilidad misma de los derechos de propiedad: leyes antimonopolio, agencias de regulación sectorial, comisiones estatales para combatir el “dumping” y otras practicas “desleales” del comercio internacional, la protección de monopolios de derechos de autor y patentes so pretexto de defender la propiedad intelectual, etc. Toda esta intervención estatal se orientaría a corregir fallas de mercado, en la búsqueda de la efi ciencia económica, el nuevo ethos de las políticas públicas.

El evidente resurgimiento de propuestas políticas basadas en el populismo, la colectivización de los derechos y el estatismo, representadas en el postcomunismo gramsciano predicado por varios partidos latinoamericanos, actualmente en el poder, afi liados al Foro de Sao Paulo, muestra el evidente desgaste de la propuesta neoliberal, que no fue capaz de inducir un cambio profundo en la estructura monopolizada de los derechos de propiedad en la región. De acuerdo con el más reciente latino barómetro publicado por el semanario “The Economist” (2007), “muchos latinoamericanos ya no creen que únicamente el mercado puede aportar una proporción justa de los benefi cios del crecimiento económico.” De hecho, “los latinoamericanos esperan más del Estado y menos del mercado.”

2.- Conclusiones

Las sociedades que han logrado consolidar la propiedad han logrado vencer las limitaciones de la naturaleza, dotando a sus miembros de los incentivos que necesitan para invertir en la producción de nuevos recursos productivos, agregando valor mediante la innovación empresarial y la identifi cación constante de nuevos usos a recursos sociales que de otro modo siempre serian limitados. Pero mas allá de la evidencia de la conexión entre progreso y propiedad, la pregunta que surge es por qué razón algunas sociedades han favorecido el surgimiento de la propiedad mientras que otras, como la latinoamericana, lo han anulado.

En el caso latinoamericano, la respuesta a esta pregunta se encuentra en la búsqueda de utopías sociales que ha inspirado políticas públicas monopolizadoras de los derechos de propiedad. Desde la concesión de la administración de estancos reales, pasando por la titulación de derechos de propiedad precarios sobre la tierra bajo los programas de reforma agraria del Estado de Bienestar, hasta las privatizaciones neoliberales y los monopolios de patentes y derechos de autor, las políticas públicas latinoamericanas han sido excluyentes, regresivas y profundamente conservadoras de los monopolios sobre los sectores de mejores ventajas competitivas. Para promover el crecimiento económico acelerado de los países en la región, se precisa cambiar radicalmente la estructura de la propiedad en estos sectores, eliminando monopolios y extendiendo la propiedad privada a las grandes mayorías.


Bibliografía

“A warning for Reformers”, The Economist, Nov 15th 2007, www.economist.com

GONZALEZ FABRE, RAUL (S.J.) (2007) Socialismo a la Venezolana: Cinco Problemitas, 692 Revista SIC, Marzo 2007

O’DRISCOLL Gerald P Jr., Edwin J. Feulner y Mary Anastasia O’Grady, (2003) Index of Economic Freedom (Washington: The Heritage Foundation and Dow Jones)

SÁNCHEZ NÚÑEZ, Héctor (ed.) (2000), Los Estancos en la Nueva España, (México: Comisión Federal de la Competencia)

RANGEL, Carlos (1976), Del Buen Salvaje al Buen Revolucionario, (Caracas: Monteavila Editores)

VARGAS LLOSA, Álvaro (2004) Rumbo a la Libertad: Por qué las izquierdas y el neoliberalismo fracasan en América Latina, (Madrid: Planeta)

VILLALOBOS, Sergio, Rafael Sagredo (2004), Los Estancos en Chile, Centro de Investigaciones Diego Barrios Arana, (Santiago de Chile: Fiscalía Nacional Económica)

WILLIAMSON, John (ed.) (1990) Latin American Adjustment: How Much has happened, (Washington, D.C., Institute for International Economics)


Boletín N 1: Las bases de Occidente

Por Hugo J. Faria (hugo.faria@iesa.edu.ve)

Los principales aportes de la civilización occidental son el estado de derecho, el capitalismo y la democracia. En principio estos son valores universales del hombre que se han diseminado mucho más allá de las fronteras geográficas de Occidente como la India.

A propósito de la celebración de Janucá y la Navidad, es apropiado refrescar el fundamento de estos logros hechos por el genio de occidente. Argumento que el cimiento de las contribuciones de Occidente es el judeo-cristianismo, a pesar de que ha habido autoridades religiosas, en determinados momentos históricos, opuestas al legado occidental como democracia, capitalismo y algunos desarrollos científicos.

En la Torah, concretamente en el Génesis 1, 28-30, después de haber creado Dios al hombre le dice: “henchid la tierra y sometedla: mandad en los peces del mar y en las aves de los cielos y en todo animal que serpea sobre la tierra”. Claramente no se trata de una religión pasiva como pueden ser las religiones orientales. Hay un inequívoco mandato a la acción y a no ser resignados.

En el capítulo 20 del Éxodo, Moisés promulga a los israelitas las Tablas de la Ley o Decálogo, que después reposará en el Arca de la Alianza. Todos los israelitas se regirán por estas leyes sin excepción alguna. Esta es la semilla del estado de derecho, ricos y pobres, reyes y súbditos son iguales ante la ley. Este principio queda reforzado por San Pablo en Gálatas 3, 28: “ya no hay judío ni griego; ni esclavo ni libre; ni hombre ni mujer, ya que todos vosotros sois uno en Cristo Jesús”.

En el Deuteronomio 6, 4-5 leemos: “Escucha, ¡Oh Israel!, El Señor Dios nuestro es el solo y único Dios y Señor. Amarás pues al Señor Dios tuyo con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas” Es decir, sólo Dios es adorado y reconocido como Ser supremo. Ningún otro ser humano, así sea presidente o rey, es considerado una deidad. Además, el Génesis 1, 27 dice: “Creó, pues, Dios al hombre a imagen suya: a imagen de Dios lo creó.” Aquí radica la dignidad del ser humano que es imagen de Dios y por tanto es libre.

Estos versículos contienen el germen de la democracia, porque si somos iguales ante la Ley tiene sentido elegir de entre nosotros mismos a los gobernantes. Estos principios, entre otros, explican cómo un esclavo fugitivo como Calixto llegase a ser Papa.

Finalmente, en el Decálogo hay dos mandamientos que sirven de base al capitalismo, no robarás y no desearás lo ajeno, ergo hay propiedad privada piedra angular de la libertad. Además, la parábola de los talentos en Mateo 25, 14-30 invita a asumir riesgos e invertir y San Pablo en Tesalonicenses 3,10: “el que no quiera trabajar que no coma” lo cual es compatible con el capitalismo.

La Civilización Occidental, sin embargo, se encuentra seriamente amenazada. Primero, por el Islam radical que odia hasta el punto de cometer actos terroristas y de suicidios con tal de desestabilizar y destruir los valores de la cultura occidental. Llama la atención la generalizada ausencia de democracia, capitalismo, estado de derecho e inferioridad jurídica de la mujer en los estados islámicos. Es preocupante que en Arabia Saudita no exista una sola iglesia cristiana, o sinagoga y las mujeres occidentales que visitan tengan que usar una pañoleta.

La segunda gran amenaza es el secularismo. Las iglesias en Europa se encuentran vacías y la tasa de fertilidad de los europeos es tan baja que cada vez hay menos franceses, españoles, italianos y alemanes entre otros, claro síntoma de decadencia. Por el contrario, las mezquitas se multiplican en Europa, se estima que en 12 años un cuarto de la población europea será musulmana, en Inglaterra la ley Sharia es parte de su sistema judicial y los judíos emigran de Francia hacia Israel por el antisemitismo.

Actualmente existen en los Estados Unidos movimientos seculares que se oponen a que en lugares públicos se exhiban Decálogos, Pesebres y la Menorah. Es más, estos “progresistas seculares” cuestionan el saludo de Feliz Navidad y sugieren que lo correcto es decir felices días festivos. El movimiento de asimilación de los judíos en la diáspora, su abandono de las prácticas religiosas mandadas por Moisés, es otra expresión del secularismo que embarga a Occidente. A este ritmo el judaísmo sobrevivirá sólo en Israel.

Europa, expresó recientemente el Papa Benedicto XVI, es el resultado del diálogo entre Jerusalén y Atenas donde Jerusalén pone la fe y Atenas la razón. Actualmente, en Occidente impera la razón pero no hay fe. En el mundo musulmán hay fe, pero no hay razón. Esta condición dificulta el diálogo.

Ciertamente como nos dijera recientemente Rafael Tomás Caldera estamos igual que los cristianos y judíos hace dos mil años: viviendo en un mundo pagano. ¿Qué pasará? No sé. Lo que sí sé es que Dios no abandona a Su pueblo. Aquellos que le permanecen fieles son la semilla de un movimiento regenerador que volverá en virtud de Su promesa.

Boletín N 1: Panorama petrolero color petróleo

Prof. Jorge Riera (JRiera@gbc-laa.com)

Entre especialistas es archiconocido que los precios de los commodities suben gradualmente pero que el descenso no es así, sino que se desploman. Con sus altibajos, producto de la volatilidad, la escalada del precio del barril de petróleo en los mercados internacionales pasó en unos tres años de $ 30 a un pico de 147, en julio de 2008. Después de un desplome se recomienza un ciclo de alza hasta alcanzar una estabilización regulada por la oferta y la demanda. Unos $ 80 por barril pueden equilibrar tanto a consumidores como a productores. Una cifra menor hace muchos proyectos inviables y ya se cuentan por centenas los diferidos o cancelados con la consecuente secuela de recesión. Es obligante un uso racional por parte de los primeros y una política austera de los operadoras en sus actividades de exploración, producción, refinación y mercadeo. A la pregunta de cuándo se alcanzará este equilibrio, éste podemos pronosticarlo para dentro de unos tres años y tanquam pax romana durará el tiempo que lo permitan los actores en juego.

¿Cómo nos afecta? ¡Bastante! Veámoslo de esta manera: la producción venezolana está, según fuentes internacionales de prestigio, en unos 2,3 Mbd (Millones de barriles diarios) de los cuales se están exportando sólo unos 1,7 Mbd y el consumo interno in crescendo de unos 0,7 Mbd. El asunto es dramático: no sólo nuestro barril que se desploma de 130 a 30 dólares sino que también, se dejan de exportar barriles a ese mercado “caro” para traerlos a un mercado donde para procesarlo hay que importar insumos de otros países para convertirlo en gasolina ¡y venderlo produciendo pérdida! Para un país petrodependiente es grave el asunto, sobre todo el caso venezolano en el que el cuadro es: una provincia madura con más de 80 años de explotación y agotamiento de las reservas, la producción disminuyendo, insuficiente inversión para mantener la producción –no digamos aumentarla– recurso humano carente de capacidad técnica y gerencial por razones conocidas, consumo interno creciendo sin mesura, ningún mantenimiento mayor a las refinerías, un marco jurídico que ahuyenta inversiones y una estatal petrolera cada vez más alejada de “las buenas prácticas gerenciales”.

Todo conduce a que el proyecto oficial Siembra Petrolera –producción en 5.8 Mbd– sea absolutamente irrealizable. Requiere aumentar la producción anualmente en unos 500 Kbd y que en los tiempos de la “apertura petrolera” con todo a favor, alcanzaba los 250 Kbd. Es cierto que en la Faja Bituminosa del Orinoco hay ingentes reservas, pero es más cierto aún, que eso es un bitúmen extra pesado de unos 10° API, del cual con las tecnologías actuales puede recobrarse un 10% y que para ser rentable requiere un precio del crudo mayor al actual. Agreguemos a esto que los socios internacionales en el negocio en este momento, no son precisamente los que tienen las tecnologías de vanguardia en el metiér petrolero. Lo cual significa que el país demorará el doble de tiempo o le costará el doble o, lo más probable: ¡ambas cosas! Si damos un vistazo al mercadeo internacional lo más llamativo es que Venezuela ha desvirtuado principios económicos relativos a los mercados naturales, que sólo considerado en sus dimensiones geográficas resultan aberrantes: maltratar el mejor cliente a una semana en tanquero y coquetear con unos clientecitos a 20 días de entrega. ¿Los grandes favorecidos? Canadá y Méjico exportando al mayor consumidor del planeta, los EE.UU. El primero aumentando sus entregas de crudos y refinados tomando el share abandonado por Venezuela, lo que incluye extra pesados de la Arenas Bituminosas de Alberta, competidoras de nuestra Faja y Méjico manteniendo sus cuotas, no competidas por Venezuela quien ahora comparte el 4º o el 5º lugar como suplidor a los EE.UU. junto con Nigeria. No mencionemos Arabia Saudita, quien se limita a mantener una entrega de unos 1,5 Mbd a cambio de tecnología militar para mantener su defensa en el Medio Oriente y de paso sin salirse de sus mercados naturales de Europa, China e India. El pluralismo clientelar venezolano es bueno en teoría, pero en la dura realidad priva el costo de entregar un producto con un flete 4 veces mayor a unos clientes como China e India que en el mejor de los pronósticos le comprarán unos 350 Kbd entre los dos porque la dieta de sus refinerías no es de petróleo pesado ni hay planes de construirlas y cuyas economías se enfrían porque dependen de la de los EE.UU. ahora entrando en una crisis que se avizora severa.

Respecto al gas, aunque diferente, el panorama no es menos tranquilizador. Venezuela no es ni será en mucho tiempo una potencia gasífera. No lo es porque no se abastece el mercado interno y se importan desde Colombia 150 Mpcd (millones de pies cúbicos diarios) de gas, tampoco hay prospectivas de un plan que lleve gas siquiera a la mitad de los potenciales consumidores comerciales, industriales o residenciales. No lo es porque el 90% de las reservas de gas están asociadas a los yacimientos de petróleo y ya hemos mostrado la problemática inherente al crudo. Y tampoco lo es porque los proyectos de envergadura que tienen que ver con la explotación del gas natural no han arrancado de manera contundente ya bien sea por razones de costo de oportunidad, formación de asociaciones estratégicas, sesgo ideológico o por las inmensas inversiones requeridas para un producto que requiere amarre de contratos a largo plazo y el poco incentivo que representa el mercado venezolano subsidiado y no competitivo.

Y para ir resumiendo de manera benévola este cuadro, digamos que nos enfrentamos a una PDVSA insostenible en el tiempo. Si antes sus detractores la calificaban como de un estado dentro del Estado ahora se asemeja a un estado paralelo al Estado que asume cada vez más, roles ministeriales desvinculados de las ramas técnicas del negocio y en ese derrotero no se puede ser eficiente para cumplir las metas de producción, de mercadeo y de construcción de la infraestructura necesaria. En el epílogo de esta comedia habrá que volver a intentar retomar los mercados naturales, abrir las inversiones a los que saben del negocio y desprenderse del lastre que significan las responsabilidades no petroleras. Lo ideal sería adoptar el llamado “triángulo noruego”, cuyos 3 vértices lo constituyen una empresa del estado exclusivamente petrolera que explora, produce, refina y vende petróleo. Toma para sí lo que determinan sus gerentes como requerimiento para su funcionamiento e inversiones y pasa a otro vértice ocupado por el Estado el diferencial de dinero, quien a su vez utiliza lo que propiamente exigen sus funciones para revertirlas a la ciudadanía, dueño de su industria y elector de sus gobernantes de turno. En el tercer vértice estarían representados los entes administrativos reguladores connotadamente independientes en sus funciones. ¿Ilusión? ¡Bastante! Pero lamentablemente guste o no, se pueda o no, no hay otra salida. Panorama petrolero color petróleo

Boletín N 1: El Capitalismo compasivo de David Green: “hacer el bien y hacerlo bien”

Un vuelco a la RSE del Siglo XXI

Por Fabiana Corredor Alumna de 3er año FCEA

En un artículo controversial publicado en el New York Times en 1970, Milton Friedman planteó que la Responsabilidad Social Empresarial (RSE) se conquista cuando las empresas maximizan beneficios, y argumentaba que el resultado social que se alcanza es superior que cuando se intentan prácticas altruistas. Si bien sus argumentos no se alejan completamente de la realidad, resulta inverosímil creer que la única forma en que una empresa pueda lograr metas filantrópicas requiera del sacrificio de las ganancias.
Todo en la vida tiene sus excepciones, hasta aquellas que hacen resistencia a un Premio Nobel, tal es el modelo de negocio de David Green, un líder de innovación social y salud internacional que emprendió un proyecto llamado “Project Impact”, el cual es capaz de producir y distribuir tecnologías médicas de alta calidad a un costo mucho menor que los modelos convencionales de manufactura.

La visión de Green fue extraordinaria; se enfocó en una discapacidad física que cumpliera con tres características: que fuera frecuente, que limitara la capacidad laboral de quien la padeciera y, por supuesto, que tuviera tratamiento. Las cataratas cumplen con los tres requisitos, pues representan la causa principal de ceguera a nivel mundial y la cirugía de cataratas es la operación más común en Estados Unidos hoy en día. Primer paso resuelto.

En 1992, Green establece sus laboratorios “Aurolab” en India para producir los lentes intraoculares para el tratamiento de las cataratas. Gracias a la tecnología y a su estructura de costos y beneficios logra descender el precio de los lentes a 4$, mientras que en Estados Unidos costaban 100$. El producto fue distribuido a millones de personas en 86 países, con lo que Aurolab se convirtió en una de las manufactureras de lentes intraoculares más grandes del mundo.

Los estratos sociales más pobres reciben el producto y el servicio totalmente gratis y aún así la organización obtiene un margen de beneficios meritorio. Muchos se mostrarán incrédulos; sin embargo, Green nos dice: “encuentra la manera de bajar los costos de una tecnología médica o servicio, y luego gradúa los precios de modo que los pobres no paguen nada; quienes tengan los recursos para adquirirlo paguen parte del costo, y los ricos paguen por encima del costo”.

A través de una simple discriminación de precios (i.e. cobrarle más a los que están dispuestos a pagar más, y cobrarle menos a los que están dispuestos a pagar menos), combinada con operaciones altamente eficientes y producción en altos volúmenes, “Project Impact” es rentable, financieramente sostenible y no requiere de donaciones, a diferencia de las organizaciones de su naturaleza. Aravind Eye Hospital, un grupo de hospitales en la India, demuestra la eficiencia de su modelo: 47% de los pacientes no pagan monto alguno, el 10% paga dos tercios del costo, y el 35% paga una cantidad considerable por encima del costo ¿Resultados? Un margen de beneficios del 50%. (http://www.socialprofitnetwork.org/pdfs/david.pdftec)

Un estudio de los pacientes de catarata en la India sugiere que el 85% de los hombres y el 58% de las mujeres que habían perdido su trabajo debido a cataratas, recuperaron sus empleos luego de la cirugía. Los que resultan beneficiados no son sólo los pacientes sino los familiares, quienes se liberan de la carga mientras regresan al sector productivo.

El mismo Green se refería a este modelo de negocio como “compassionate capitalism”, frase que recuerda las recientes peticiones de Bill Gates en el Foro Económico Mundial en Suiza, publicadas en el Wall Street Journal, en el que “instó al capitalismo a volverse más creativo en la búsqueda de maneras de ayudar a los necesitados del mundo”. Sin duda, “el capitalismo compasivo” de Green bien pudiera ser una respuesta a la demanda de Gates.

Lawrence Summers, ex presidente de la Universidad de Harvard y ex secretario del Tesoro de Estados Unidos, de la mano del discurso de Friedman, opina que “hacer el bien” y “hacerlo bien” en sí mismos ya son dos objetivos difíciles; por consiguiente, lograrlos simultáneamente lo considera una utopía. “Project Impact” demuestra que el filantro-capitalismo no es ficticio y que “haciendo el bien” también es posible conseguir que la empresa opere bajo márgenes de utilidad positivos.

Según Friedman la RSE puede convertirse en un costo social. La intención de este artículo es arrojar luces acerca de prácticas tal y como la discriminación de precios, que a pesar de ser una estrategia polémica y controversial, ha demostrado mejorar el bienestar económico para la sociedad en su conjunto.

Si Green hubiese preferido vender el 100% de los lentes intraoculares a un precio superior al costo ¿Seguiría siendo socialmente responsable? Pues sí, ya que la esencia de su ejercicio está dirigida directamente a satisfacer una demanda sentida en la sociedad, de allí que el compromiso social ya estaría implícito.

El éxito de Green radica en que su RSE forma parte de su modelo de negocio, lo cual le genera más ganancia a él y más bienestar a la sociedad. Actuar en esos términos no es pernicioso; gracias a que Green busca el mayor bienestar para su organización es que se ha hecho posible reducir el costo de sus tecnologías hasta el nivel que hoy en día permite a miles de familias necesitadas recibir el tratamiento gratuitamente. No debemos engañarnos, peligroso en todo caso sería pensar que las cosas buenas vienen exclusivamente de la filantropía.